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Nombres y más nombres...

Nombres y más nombres... Tras la multitud de mails que he recibido llamándome "Blanca flor de Primavera", me decido a desmentir que éste sea mi nombre: las hay muy inútiles en esta vida que no se dan cuenta de lo que se llama metáfora. En fin, no me extraña que España aparezca siempre entre los niveles más bajos en Educación a nivel internacional.
A lo que iba: un nombre es algo muy importante. Ante todo, es algo personal e intransferible. Puede que otros copien tu nombre, pero el tuyo será siempre el tuyo. Es obvio, que también es muy de tus padres, que para algo te lo pusieron (salvo que te dejaran a la puerta del convento y hayan sido las monjas las que lo decidieron ¡horreur!).
Crissolorio, ese eligieron para mí. Está claro, alguien que se llama "Luz, con la luz del oro" es alguien destinado a ser muy importante. Y lo soy, claro que lo soy. Y es que los nombres influyen irremediablemente en uno mismo. Yo soy la luz que ilumina a la humanidad, y si no, terminaré haciéndolo. Tiempo al tiempo.
¿Feo? ¿te parece un nombre feo? Bueno, al menos es mío y... de pocos más. Cuando oigo "Crissolorio" soy el único que se da la vuelta, no como en otras ocasiones cuando se escuchan nombres más populares, que vuelven la cara varios. Único, soy único y no uno más de la masa: los nombres populares para el populacho.
Como os comentaba, que los nombres influyen mucho, que sí. A ver ¿cuántos Jaimes conocéis que sean feos? Yo, a ninguno. ¿Y Cayetanas que no sean pijas? Todas las Cayetanas lo son, va con el nombre. ¿Y a cuántas Jennifers que no sean unas... digamos, vulgares con pretensiones de chica importante? Casi todas son así. ¿Jesuses que no sean los más traviesos de todos? Y podría seguir así con una larga lista de nombres.
En resumen, que los admiradores o detractores que deseen enviarme mails, que lo hagan dirigiéndose a mí sólo con nombres excelsos (no es necesario usar el mío propio: también me puedes llamar Maximiliano, Alejandro Magno y similares). Eso sí, firma con tu nombre y así sabré si contestarte o simplemente repugnarte por como te llames.
Prometo que en un próximo artículo, dejaré de hablar de mí y hablaré de otras cosas (aunque, obviamente, carecen del gran interés que tiene mi persona).
Viva yo y mi circunstancia.
Fdo.: Putorra 3

Blanca flor de la pradera

Blanca flor de la pradera Sí, lo soy, ¿pasa algo? Acabo de mirar por la ventana, y creo que lo soy. Maletas de gente jodida que vuelve de las vacaciones: maletas y más maletas. Pasan por abajo como pobres hormiguitas que acaban de ir a la cucaracha muerta de turno y llevan su trocito al hormiguero. Y, sobre ellos, mi presencia, de blanca flor de la pradera. Las hay que nacieron con estilo y las hay que necesitan su ración anual de cucaracha muerta.
No sé vosotros, pero a mí me priva eso de ir de Carmina Ordóñez (¿para cuando el funeral de cuerpo presente en A Tu Lado?) o de Esther Koplowitz: ¿este año veraneo en Bahamas o en Barbados? Esas son las grandes preguntas de la humanidad. Principalmente, si, con independencia de la respuesta, la maleta te la hace el mucamo mulato de turno.
Por el momento, entre mis preguntas no entra esa. Ni siquiera tengo mulato que me haga las maletas. Eso sí, mi minuto de gloria sobre las hormiguitas con su trocito de cucaracha no me lo quita nadie. Me puse un bloody mary y encendí un cigarro y saboreé como pocas veces de las desgracias del resto de la humanidad.
Supongo que en próximos días se irán presentando el resto de putorras. Y si no, pues mejor, no tendréis que compartirme con ninguna otra.
Arriba yo y mi circunstancia.
Fdo.: Putorra3